Primer trimestre

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LA PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA DE LA CIUDADANÍA MEXICANA

LA PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA DE LA CIUDADANÍA MEXICANA La Real Academia de la Lengua Española define la participación como: “acción y efecto de participar. Aviso, parte o noticia que se da a alguien. Parte que se posee en el capital de un negocio o de una empresa. Trato entre personas”. Sin embargo, al hablar del involucramiento de la ciudadanía en la toma de decisiones en cualquiera de sus niveles, vale acotar su significado desde diferentes órdenes. Según el psicólogo Roger Hart “la participación es la capacidad para expresar decisiones que sean reconocidas por el entorno social y que afectan a la vida propia y/o a la vida de la comunidad en la que uno vive”. Por lo que resulta indivisible del concepto con el que el filósofo Norberto Bobbio explicara la democracia: “la forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por el pueblo”. Y para que el pueblo pueda expresar necesidades, inquietudes y acceda a los diferentes niveles de poder, requiere escenarios en los que pueda ser partícipe. El concepto de participación democrática no se trata de un ente utópico o estático, sino que consiste en un proceso que busca ser garante de libertad, garantizar la igualdad y dignidad, así como los derechos para todos los miembros del Estado. Que al acceder a la mayoría de edad puede y debe decidir de manera individual en la vida colectiva de su comunidad. Es un mecanismo que hace posible el empoderamiento social. Para conseguirlo se puede separar en tres formas que la Dra. Nuria Cunill Grau definió como: participación social, comunitaria, política y ciudadana. Social: en la que el individuo pertenece a organizaciones o asociaciones en las que se busca la defensa de los intereses de sus integrantes. Su interlocutor principal no es el Estado, sino o tras instituciones sociales. Comunitaria: en la que los individuos se involucran en la acción colectiva que busca el desarrollo de su comunidad mediante la resolución de las necesidades de sus miembros. Se puede identificar con la beneficencia y puede aspirar a que el Estado le brinde apoyo. Política: en la que los individuos se involucran en las organizaciones formales como partidos políticos y así aspirar a cargos de elección popular. Ciudadana: en la que los individuos se involucran de manera directa en acciones públicas, siendo un punto de unión entre el Estado y la ciudadanía para identificar las metas colectivas y definir la estrategia para alcanzarlas. Por otro lado, la socióloga e investigadora Alicia Ziccardi estableció que la participación de los ciudadanos puede darse de forma institucionalizada o autónoma. La primera es la que está dentro del marco de las organizaciones que participan en políticas públicas contenidas en el marco legal y normativo. La vía autónoma se da desde los organismos no gubernamentales. Asimismo, Ziccardi estableció que la participación ciudadana formal tiene tres funciones fundamentales: otorgar legitimidad al gobierno; promover una cultura democrática; hacer más eficaces la decisión y la gestión públicas. Para garantizar el involucramiento de los ciudadanos existen una serie de instrumentos formales divididos en dos rubros: los que implican participación de forma individual y los que la contemplan de manera colectiva. Entre los individualizados se encuentran la consulta pública, el referéndum y el plebiscito, éstos pueden o no tener efectos vinculatorios y servir de guía para establecer la agenda pública o las prioridades dentro de las políticas públicas. Mientras los que favorecen la participación colectiva son: La iniciativa ciudadana que promueva reformas a los marcos constitucionales o legales dentro de los que se rijan el diseño e implementación de las políticas públicas. Los buzones ciudadanos, mediante los cuales los individuos pueden expresar sus demandas, sugerencias y opiniones que busquen mejorar o corregir las acciones del gobierno. El monitoreo ciudadano que le da seguimiento a las políticas implementadas desde el gobierno, abriendo vías de comunicación desde las cuales se reciban y atiendan los resultados de las observaciones. Contraloría, ya sea ciudadana o social, que se emplea para auditar la forma en que se implementan las políticas. Comités y consejos de participación mediante los cuales los actores no gubernamentales pueden intervenir en los procesos de las políticas públicas. En esta vía, si nuestro país aspira a tener mayores índices en materia de democracia, sería importante enfocarse en ofrecer más y mejores mecanismos de interacción entre los gobernantes y representantes con la ciudadanía. A mayor participación ciudadana en procesos políticos y sociales, más democrático será el sistema. Este involucramiento de los ciudadanos consiste un mecanismo social que colabora activamente en el desarrollo social, promoviendo una democracia participativa por medio de la integración de la comunidad en las actividades que mejoran su entorno. Una de las disyuntivas que existen en materia de participación radica en si las políticas públicas que implemente el gobierno deben resultar de la competencia libre entre las propuestas que provengan de los grupos mejor organizados. O si es necesario que se institucionalicen mecanismos que brinden equidad de oportunidades a los diferentes grupos sin importar su capacidad organizativa. Ya que muchas de las instituciones u organizaciones pugnan por los intereses de los interlocutores que poseen mayor poder de negociación. Con esto se generan monopolios en vez de condiciones igualitarias. En este sentido, toma vital importancia que los diferentes actores políticos, económicos y sociales con alcances, poderes y organizaciones diversas, presionen para que las políticas no afecten principalmente a los individuos o grupos con un menor poder para organizarse y con ello tengan menor fuerza participativa. Y de esta forma, sortear el riesgo de reducir la participación ciudadana en los procesos democráticos a una simulación en la que las organizaciones de la sociedad civil se conviertan en legitimadores de las acciones gubernamentales perdiendo así su autonomía de acción frente al gobierno.

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LA DEMOCRACIA EN LA CULTURA

LA DEMOCRACIA EN LA CULTURA La cultura es un elemento crucial en la comprensión de la humanidad y constituye todas aquellas producciones materiales y no materiales, creencias, valores, regularidades normativas, y la capacidad de los seres humanos de interpretar y simbolizar el entorno físico y social, a través de manifestaciones creativas, ideas prácticas y conocimientos que transmitimos de generación en generación. Es a través de la cultura que hemos logrado explicarnos nuestro alrededor y el rol que jugamos en el mundo. Su concepto engloba las formas de vida, el lenguaje, la literatura escrita y oral, la música, los sistemas de religión y de creencias, los deportes, y desde luego los métodos de producción, la tecnología, la comida, el vestido y la vivienda, así como las artes, las costumbres y las tradiciones. Es decir, involucra todos y cada uno de los aspectos que definen la propia naturaleza humana. Por lo tanto, la cultura reviste un importantísimo significado para la vida y por lo tanto es esencial para la realización del ideal del ser humano libre. Educación y cultura deben ser un motor que nos iguale, un eje transversal que realice el principio de igualdad no sólo normativa sino en las condiciones reales para ejercer la totalidad de los derechos. El tema que nos ocupa es el derecho que tiene todo ser humano a las manifestaciones culturales, ya que es uno de los puntos cardinales para alcanzar la dignidad como persona, así como también la convivencia entre individuos y comunidades. Para abordar este tema, conversamos con un periodista que cuenta con una amplia experiencia en medios (Revista Cambio, Rumbo de México, Periódico Excelsior, por mencionar algunos); dónde su pluma en columnas de análisis lo han llevado a reconocer la necesidad de estos derechos que son inalienables para todos. Él es Jorge Javier García y comenzó la plática citando el párrafo noveno del artículo cuarto constitucional que éste dice: “… Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales del Estado, que promoverá para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los mecanismos para el acceso y participación a cualquier manifestación cultural…”. García afirma que ese párrafo es muy importante porque genera en toda la población, en todo ser humano, que tiene ese derecho. Desde hace muchos años, por ejemplo, contamos con el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Museo de Antropología, también el Fondo de Cultura Económica, etcétera; instituciones del estado mexicano, pero pues como que no veíamos una participación muy amplia de ellos y la cultura se creía que era para unos cuantos, pues la visión de llegar a tener esa cultura era muy pequeña y la autocensura de un gran porcentaje de la población era muy grande, sin saber que siempre han sido dueños de esa libertad de conocimientos, para aprenderla como para expresarla. Javier menciona que muchas personas han luchado por ese derecho, afortunadamente nos muchos nos hemos este subido a ese a esa ola, tal vez no a la lucha, pero sí de la difusión, más con las redes sociales que son un boom mundial, donde ya somos conscientes de que tenemos ese derecho y somos participes de las expresiones que se puedan dar en cuanto a cultura se refiere, pudiendo gozar de éstas y a la vez ser difusores sin tener una persecución y nada porque es un derecho humano. Le pregunté a Jorge Javier García referente a que este movimiento cada vez es más grande y contestó: En efecto,es un movimiento global. Pero para entenderlo mejor, déjame ir propiamente a la ley de cultura y derechos culturales, en el artículo 2, te voy a mencionar solamente 3 puntos: Reconocer los derechos culturales de las personas que habitan los Estados Unidos Mexicanos. Establecer los mecanismos de acceso y participación de las personas y comunidades a las manifestaciones culturales. Promover y respetar la continuidad del conocimiento de la cultura del país en todas sus manifestaciones y expresiones. Lo anterior -afirma Javier- que el Estado se pone las pilas para que la gente pueda acceder a las acciones que otras personas están realizando en materia de cultura. Es aquí donde reitero, que hay un gran impulso de esos ciudadanos que han batallado para tener una mayor participación cultural y ganar más espacios para la ejecución y exposición de esas actividades, buscando darlas a conocer y compartir a un mayor número de la población. Para concluir, García nos dice que adicionalmente, los derechos culturales son incluidos en algunos de los principales instrumentos internacionales de derechos humanos, como son la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial; la Convención sobre los Derechos del Niño; la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y sus familiares. Por lo que se refiere al ámbito americano, el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales o el Protocolo de San Salvador, prevé el derecho a la cultura en su artículo 14. Estos documentos reflejan 3 direcciones en las que se manifiesta el régimen político internacional de protección de los derechos culturales. La primera, consiste en establecer un marco de cooperación entre los Estados para la promoción y fomento a la cultura y sus manifestaciones; la segunda, enfocada a la protección y conservación del conjunto de bienes materiales e inmateriales que constituyen el patrimonio cultural universal y de cada nación en particular; y la tercera, dirigida a la protección y satisfacción del acceso y participación en la cultura como un derecho humano.

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EL CIBERACTIVISMO COMO FORMA DE PARTICIPACION CIUDADANA

EL CIBERACTIVISMO COMO UNA NUEVA FORMA DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA El activismo ha encontrado en internet un aliado muy importante en las últimas décadas. De dicha herramienta se han beneficiado ya, una muy importante cantidad de actores sociales. Entre estos, podemos encontrar a partidos políticos; a figuras políticas independientemente de su afiliación y otras personalidades públicas. De igual forma, la red mundial, a través del denominado “ciberactivismo” ha sido ya utilizada por organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. A partir de lo anterior, surge la siguiente cuestión relacionada con el ciberactivismo: ¿la ciudadanía ha utilizado y explotado esta nueva forma de influencia que ha aparecido y tomado forma en los últimos tiempos? En opinión del redactor del presente artículo, la ciudadanía no ha sido totalmente informada ni organizada en esta nueva forma de influir en la toma de decisiones. De hecho, pareciera ser que el ciberactivismo como una nueva forma de participación organizada ha sido capturado por los grupos de poder más importantes, utilizándolo para fines particulares y que incluso ya ha llevado al poder a una gran cantidad de personalidades que lo han sabido explotar y sacarle provecho. A más de tres décadas en que la internet y las posibilidades de comunicación que ésta representó, tales como el correo electrónico o la publicación de blogs y a poco más de dos décadas en que las redes sociales, las más conocidas, Hi5, Facebook, Twitter, MySpace, Instagram, por mencionar algunas (algunas de ellas ya obsoletas), y en pleno proceso de digitalización de la mayor parte de las formas de comunicación; el activismo digital o ciberactivismo ha demostrado ser una parte decisiva para influir en la toma de decisiones, siendo la más importante de ellas, las elecciones democráticas y la llegada al poder de muchos gobernantes alrededor del mundo. Tenemos grandes ejemplos en los que las campañas masivas a través de redes sociales han instaurado nuevos gobernantes, para mí, uno de los casos más representativos, es el de la llegada al poder de Donald Trump, quien, mediante una determinante campaña cibernética, ganó la presidencia de los Estados Unidos de América en 2016. En México, las redes sociales y la internet, también fueron decisivos en la llegada al poder de López Obrador en 2018. Es así que, gracias a campañas masivas difundidas a través de estos medios digitales, se ha logrado realizar propagandas que buscan un fin determinado, llegando a públicos localizados en base a algoritmos especializados y al uso de la tecnología “big-data” y que han instaurado una nueva forma de comunicación llevada a cabo por el surgimiento de agencias especializadas en este proceso de transformación. Estos nuevos jugadores incluso han ido más allá de lo que es percibido como “permitido”, incurriendo en espionaje y “hackeo” o robo de información. En este último caso, el ciberactivismo obtiene forma de actividades criminales al vulnerar datos e información que es privada y que está en manos de organizaciones que deberían de protegerlas debidamente. No olvidemos el escándalo durante la presidencia de Barack Obama, en la que la Agencia de Seguridad Nacional utilizó de manera indebida un programa informático para espiar a la ciudadanía. Este es un factor que siempre debe ser observado y cuidado. Es así entonces, que el instrumento denominado ciberactivismo ha demostrado ser un elemento de difusión y acceso a la toma de decisiones sumamente efectivo, ¿pero lo ha sido así para efectos de participación ciudadana? La respuesta a esta pregunta en opinión de un servidor es que definitivamente el ciberactivismo no ha sido utilizado de manera óptima ni para elevar la participación de la ciudadanía ni para darles acceso a la toma de decisiones. Lo anterior debido a que aún no está en el interés de los grandes actores el de democratizar esta herramienta como forma de lograr impacto desde la opinión o participación de los distintos grupos sociales. Han existido intentos bastante loables por parte de algunos institutos y municipalidades para promover la participación ciudadana a través del ciberespacio, solicitando propuestas para el presupuesto participativo o para participar en algún programa de mejoramiento de espacios públicos, sin embargo no han sido debidamente promocionados y muchas veces se podría presentar que únicamente han sido intentos por justificar la supuesta participación ciudadana en dichos programas, dejando de lado la continuidad y un interés genuino para el bien común. Cada vez se presentan más espacios para que el ciudadano pueda acceder al gobierno a través del ciberespacio, tales como kioskos digitales que se han instalado de parte de ministerios públicos para hacer denuncias y otras dependencias judiciales en estados y municipios. No obstante lo anterior no hay claridad sobre el impacto real que han tenido en la ciudadanía estas nuevas formas de acceso a la justicia. Existe de igual forma un programa oficial del gobierno federal de México que promueve la transformación digital y la utilización del ciberespacio. El reporte publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo “OCDE” Gobierno Digital en México 2018, da una perspectiva y una evaluación del estatus que México tiene en la implementación de dicho programa. Dentro de este reporte se puede deducir que el ciberactivismo como una forma de expresión oficial de parte de la sociedad, tiene aún un camino largo por avanzar.Existe de igual forma un programa oficial del gobierno federal de México que promueve la transformación digital y la utilización del ciberespacio. El reporte publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo “OCDE” Gobierno Digital en México 2018, da una perspectiva y una evaluación del estatus que México tiene en la implementación de dicho programa. Dentro de este reporte se puede deducir que el ciberactivismo como una forma de expresión oficial de parte de la sociedad, tiene aún un camino largo por avanzar. A manera de conclusión del que suscribe, se podría decir que así como el ciberespacio se utiliza ya para llegar a la ciudadanía, utilizándolo como instrumento para que, mencionando un ejemplo, los particulares enteren impuestos e información; para que se puedan denunciar crímenes o levantar quejas, el ciberespacio se

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LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LOS JÓVENES

LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LOS JÓVENES La participación política de los jóvenes es un elemento fundamental para el desarrollo de una democracia sólida y representativa. Aunque tradicionalmente se ha considerado que la política es un terreno dominado por adultos con experiencia, en la actualidad los jóvenes están demostrando que sus voces son necesarias para construir un futuro inclusivo y justo. Este boletín explora las formas en que los jóvenes participan en la política, los factores que motivan su participación y los desafíos que enfrentan en su camino hacia el activismo político y la toma de decisiones. El Interés de los Jóvenes en la Política: Motivaciones y Expectativas Para muchos jóvenes, la política es una forma de transformar su entorno y de asegurar un futuro en el que sus preocupaciones y sus valores sean escuchados y respetados. Aunque la desconfianza en las instituciones tradicionales puede ser alta, los jóvenes encuentran en la política un medio para influir en temas que consideran urgentes, como el cambio climático, la justicia social y los derechos humanos. Estas cuestiones motivan a los jóvenes a participar, no solo para buscar soluciones inmediatas, sino para asegurar que las generaciones futuras disfruten de un mundo más justo y sostenible. Además, las plataformas digitales y las redes sociales han facilitado el acceso a la información y han permitido que los jóvenes se mantengan informados y comprometidos con los temas de actualidad. A través de estas plataformas, pueden expresar sus opiniones, organizar movimientos y crear comunidades que comparten sus preocupaciones. Esta posibilidad de comunicación inmediata y masiva ha cambiado las reglas del juego, ya que permite que los jóvenes se movilicen y que exijan cambios de manera rápida y efectiva. Formas de Participación Política Juvenil: Desde el Activismo hasta la Política Formal La participación política de los jóvenes se manifiesta de múltiples maneras, que van desde el activismo en redes sociales hasta la participación en movimientos sociales y organizaciones juveniles, pasando por la militancia en partidos políticos. Cada una de estas formas de participación ofrece a los jóvenes la oportunidad de expresar sus puntos de vista y de influir en el proceso político. Activismo Digital y Redes Sociales: Las redes sociales son una herramienta poderosa que permite a los jóvenes difundir sus ideas y organizarse para promover causas específicas. Plataformas como Twitter, Instagram y TikTok se han convertido en espacios donde los jóvenes debaten temas de interés público, comparten información y exigen cambios. Este activismo digital es especialmente popular entre quienes desconfían de los partidos políticos y prefieren una forma de participación más horizontal y autónoma. Participación en Movimientos Sociales: Los jóvenes también participan en movimientos sociales que abogan por el cambio en temas como el cambio climático, la igualdad de género y los derechos de los inmigrantes. Estos movimientos no solo buscan influir en la opinión pública, sino que también presionan a los líderes políticos para que tomen decisiones en favor de estas causas. La Marcha por el Clima y el movimiento #MeToo son ejemplos de cómo los jóvenes están impulsando temas que consideran prioritarios para su generación. Militancia en Partidos Políticos: A pesar de la desconfianza en las instituciones tradicionales, muchos jóvenes optan por unirse a partidos políticos para tratar de influir en la política desde dentro. Su presencia en estas organizaciones es fundamental para revitalizarlas y para hacer que se adapten a los valores y a las preocupaciones de la juventud. Aunque esta forma de participación puede ser más lenta y estructurada, es también una de las vías más directas para acceder a los procesos de toma de decisiones. Los Desafíos que Enfrentan los Jóvenes en la Política La participación política de los jóvenes enfrenta varios desafíos que limitan su capacidad para influir en las decisiones y para hacer que sus voces sean escuchadas. Uno de los principales obstáculos es la falta de representación. Aunque los jóvenes representan una parte significativa de la población, su presencia en las instituciones políticas y en los espacios de toma de decisiones es reducida. Esto dificulta que sus preocupaciones se reflejen en las políticas públicas y que se aborden los problemas que afectan a su generación. Además, la falta de recursos y de apoyo puede limitar la capacidad de los jóvenes para participar de manera efectiva en la política. A menudo, los movimientos juveniles y las organizaciones de jóvenes no cuentan con el financiamiento ni con la infraestructura necesaria para llevar a cabo sus actividades. Esto puede hacer que su participación sea menos efectiva y que sus demandas no reciban la atención que merecen. Finalmente, la falta de confianza en las instituciones políticas también representa un desafío. Muchos jóvenes sienten que los partidos políticos y las organizaciones tradicionales no reflejan sus valores y que no están comprometidos con las causas que ellos consideran importantes. Esto puede hacer que los jóvenes se sientan desmotivados y que busquen formas alternativas de participación, como el activismo digital, que puede ser menos visible y menos influyente en la toma de decisiones. El Impacto de la Participación Juvenil en la Política A pesar de los desafíos, la participación política de los jóvenes tiene un impacto significativo en la sociedad. Los jóvenes son agentes de cambio que impulsan nuevas ideas y que abogan por una política más inclusiva y más comprometida con el bienestar de todos. Su participación en la política fomenta la diversidad en los espacios de toma de decisiones y permite que se aborden temas que son importantes para su generación. Los movimientos sociales impulsados por los jóvenes han logrado cambios significativos en temas como el cambio climático, los derechos LGBTQ+ y la igualdad de género. Estos movimientos han demostrado que los jóvenes tienen el poder de influir en la agenda política y de movilizar a la sociedad en favor de causas que promueven la justicia y la igualdad. Además, la participación de los jóvenes en la política contribuye a fortalecer la democracia al promover la rendición de cuentas y la transparencia. Los jóvenes exigen que los líderes políticos sean responsables de sus acciones

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